martes, 15 de febrero de 2011

A dónde irás

Cuando se quiso dar cuenta, el tiempo ya había borrado sus pasos. No supo si alegrarse, si correr hacia el horizonte sonriendo para volver a casa o si llorar, por no haberse dado cuenta de que él había desaparecido para siempre y ella no se había dado cuenta. Ya se lo dijeron alguna vez, en algún momento y en algún lugar de esos que nunca se llegan a recordar en el momento preciso: "No hay nada que el tiempo no cure".

¿Se encontraba ante el precipicio o ante la barca liviana que la llevaría a la otra orilla? Si encuentra salidas, andará siempre en espiral.¿Como sería aprender a vivir ahora sin él, sin su losa pesada? Si todo llega a ser oscuridad alguna vez en la vida, ¿cómo aceptarían los ojos de nuevo la luz? ¿Cuánto llegaría a cerrarse la pupila para que el brillo no acabara con la propia razón?

Dolía más la ausencia que el mismo tiempo que él había estado en ella. Era una victoria amarga, el vacío habia dejado una huella silenciosa en su subsconsciente y eterna... dolorosa. ¿Cómo podía llegar a ser la ausencia de algo malo y negativo sinónimo de dolor? ¿Quién le diría ahora que corriera, que no se marchitase pensando en todo lo que un día dejó atrás?





Lo venció. La huella en la arena desapareció. El miedo. ¿Qué haria ahora sin él, sin miedo? ¿Qué haría si estuviera ante un gran precicipio? Sin el miedo que la había acompañado durante toda su vida, ¿se atrevería a saltar? ¿No tener miedo sería sinónimo de desinterés hacia todo, hacia la propia vida?



O sin embargo, ¿no tener miedo significaría abandonarlo todo por un ideal? ¿Por ti?

No hay comentarios: