martes, 28 de diciembre de 2010

Espejo



Desordenado. Absurdo. Está de más.

Quiero convertir el rastro y el polvo de lo subrealista en nuestra más sincera realidad. Quizás temerás el resultado, como toda aquella persona que rechaza su propia esencia por miedo a ver en su interior, en bucear en sí mismo, por miedo a ver lo que realmente desea.

Odio los espejos. ¿Qué ves, qué te muestra? El tiempo pasa, nos miramos en nuestros reflejos no para vernos como somos, si no para adoptar posturas y formas con el fin de ocultar lo que somos. Maquillando esencias, peinando sueños, adornando ideales. Qué somos, qué habrá más allá de esos ojos en los que me quiero perder. Destinos que se cruzan, inciertos.

Di la verdad. Tu reflejo se resquebraja en esa pared líquida que te muestra tus miedos. El gesto que odias. La mirada que descifra quién eres. Un leve pestañeo que cuenta tus deseos. La vida se te escapa, se deforma, se va.

Cada vez que miro a un espejo no veo nada más que la posibilidad de una huida, de cómo se me escapan las decisiones y mi vida, mi vida... que se escapa de mis manos, que ni yo mismo soy capaz de darle un hilo conductor a todo lo que me muestra mi espejo.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Veces



La veo pasar con ese caminar tan despreocupado, con esos ojos perdidos y su pelo ondeando al viento. Hace frío, sus mejillas se vuelven blancas y la punta de su nariz roja, tan roja que duele mirarla.

Quizás sea su vaho que se desentiende de su boca, que se alza sobre sus cejas arqueadas. Su boca burlona tararea alguna canción perdida de esas que estará escuchando por sus auriculares verdes. Da un leve traspiés, una leve patada a una piedra y sonríe, quizás riéndose de su propia torpeza o quizás añorando tiempos mejores.

Su bufanda roja, su paso seguro. ¿Tendrá prisa, y por eso camina despacio? ¿Irá a alguna biblioteca, a oler el paso del tiempo y la humedad en libros a
ntiguos? ¿O querrá perderse en el Retiro un rato, huir del mundo y de la gente?




La canción parece acabar. Ella se está perdiendo ya en la multitud. ¿Adonde irá? ¿Quién la esperará? ¿Pasará la siguiente canción, pulsará el modo aleatorio o aceptará la siguiente que venga?

Quién sabrá, querida desconocida. Quién sabrá.

jueves, 16 de diciembre de 2010



Ella. Tan sólo ella, libre, inmaterial, tan pura. Liviana, pesada y amable, acorde con la vida y estridente en mis venas. Choques de realidades, roce suave del agua, mi yo, mi ella. Cae la noche, recorre el hierro frío y la luna la busca, al igual que la busco yo y la buscaré.

Amores platónicos. Ella. Desesperanza en lluvia, esa humedad que cala, ese frío que te hunde, que no eres tú, que no es el mundo. Leve, baja, susurra, inalcanzable. Nívea, invencible, cansada y astuta, resuelta y libre en cada esquina. Libre. Te quiero libre, la quieres ansiar. La quieres dentro de ti, de tu pecho, quieres afixiarla y ahogarla, dejarla en un último aliento. Se desvanece, transparencia entre mis dedos. La amo, la amo. Pero te necesito para hallarla. Sin ti es imposible, sin ti se me escapa ella y con ella la vida. Cerca de la nada, encontrada o perdida. Ella.


La felicidad

domingo, 12 de diciembre de 2010




Siempre me decía a mi misma que no hay que tener miedo a la elección, al fallo. Es ley de vida levantarse tras una caída que quizás haya podido trastocar tu mente. Las piedras son duras, hay cosas que jamás se rompen, al igual que jamás he temido volverme a equivocar.

Cruzar dos palabras, dos miradas cómplices, que unos una la simple conversación. A veces no te das cuenta de que la persona que puedes tener delante puede cambiarte la vida y la visión que tienes sobre el mundo y los hechos. Y todo se entrelaza y concuerda cuando se encuentran dos palabras, dos mismas visiones. Cuando nos vimos ni sabíamos quienes éramos ni nos importó. Ahora existe algo mucho más importante. Es como mirarte y verte clara, limpia, transparente y directa. Es verme a mi, es saber que todo puede salirme bien esta vez, que tú eres la indicada. Es tan cómodo poder confiar en alguien y contárselo todo sin que te juzguen y dejarle bucear en tu interior, que a veces olvidas que ese persona no es parte de tu mente.

No te hago un contrato de amistad eterna, al igual que tampoco hace falta decir que esto debió suceder hace algunos años. Todo tiene un porqué, quizás si nos hubiéramos conocido antes no hubiésemos acabado así. Creo que lo mejor que alguien puede decirle a otro es que confías en él, y yo confío en ti.

No te hago un contrato de amistad eterna porque creo que no hará falta, ¿no?

Te encontraré



Se lo dijo al viento, nadie más podía escucharla. Te encontraré. Me encontraré.

Tan protegida, tan suya. Sentía con el mundo que le había hecho crecer a tirones y recuerdos, y por desgracia más de una vez le dijeron que cualquier pensamiento, cualquier revolución podría cambiar el mundo. Que ella podría cambiar el mundo. ¿Quién le contaría ahora que la poesía humanizada, que los ideales no sirven de nada? ¿Quién le contaría ahora que todo aquello que defendía Neruda era falso? La realidad no cambia, el mundo es un conjunto y el pensamiento no cambia. Ella, inmensa y perdida en la realidad, creyendo que todo aquello podría ser otra cosa. Que la poesía le cantaba y la susurraba todos aquellos secretos e incógnitas para acabar con una realidad a la que nadie creía poder afrontar.

Somos fuertes, sí. Somos capaces.La vida es una fiera, una fiera que oprime y no eres agua capaz de filtrarse por sus garras. ¿Quién le iba a poder contar ahora que no podría encontrarse siquiera a sí misma en un mundo cínico y olvidado siquiera por sus mismos ideales?

jueves, 9 de diciembre de 2010

Misterios

Y sin embargo a quien tenia cerca no podía transmitir...









Mirada universal, de alcance personal. Me hopnotizó por fin con su verso letal...

martes, 7 de diciembre de 2010

Principios de eternidades

Si se quita el pantalón, tan estrecho que oprime ganancias y pérdidas, resbalará entre ellos lentamente un calcetín de los dos que lleva, siempre de distinto color. Andará sobre el suelo frío, ya sea verano o invierno, con un sólo calcetín. La cuestión no es si se preocupa o no por el pie desprotegido ni por los colores opuestos. Tampoco es de importancia que, al quitarse el pantalón, se haya llevado consigo los dos calcetines. El frío seguirá calando igual, la lluvia va a seguir mojando sus propias lágrimas y el viento soplará hacia el mismo lugar.

A veces se sienta en su cama, respira hondo y se mira el calcetín azul. Otras veces piensa, escribe, intuye. Desea que llegue la hora de dormir, que quizás algún día ya no haga falta despertar, o simplemente despierte siempre en mitad de la noche. Una y otra vez. Quiere, como alguien siempre quiso alguna vez en su vida, cerrar los ojos para siempre. ¿Quién dijo acaso que fuese fácil?

No se trata de rendirse o no, se trata de cojer fuerzas. El calcetín siempre estará en su pie. Y cambiará el tiempo, la fecha, las entradas y los números. Cambiarán las estaciones, las personas, los gustos y los lugares. Pero ella seguirá siendo la misma, evolucionará como todos y bajo su piel reinará aquel carácter que la había definido por siempre: la resistencia.






Se tapó de sábanas blancas, oculta sus razgos. Quiere cerrar los ojos, no despertar, no ver otra luz de mañana. No todo lo que consideramos realidad tiene porque serlo, quizás lo más seguro es que lo que consideramos real, para ella, no son más que leves pinceladas y sueños de algún mundo muy, muy lejano.